martes, 10 de mayo de 2011

Nota 10. Romper todas las reglas

Pasarse los rojos. Hay varios niveles de estupidez en este rubro, el primero, es meterse entre los vehículos, detenerse, cerciorase de que no viene nadie o que hay policía y pasarse el rojo. Otra es lo mismo pero sin detenerse, otra mas es no detenerse y pitar o revolucionar el motor con la esperanza de que los que esperan su verde –y ya lo tienen – no arranquen.
Rebasar por la derecha, por la izquierda, por el acotamiento. Que placer, he sabido de varios muertos así. La diferencia de velocidades es brutal y es fácil terminar en la cajuela de algún coche.
Ir entre los vehículos cuando el trafico esta parado. Una cosa es clara, nadie te ve venir, así que hay que asumir las consecuencias de andar sorprendiendo cristianos, lo mas catastrófico, es impactarse con algo o alguien, una viejita cruzando a media cuadra, un niño siguiendo la pelota alguien abriendo la puerta para tirar basura, etc
Ir entre los vehículos cuando el trafico esta semi  atorado. Todos los riesgos anteriores mas el de que en cualquier momento a cualquiera se le ocurre cambiar de carril, sumado al stress del trafico, combinación explosiva.
Doscientos kilómetros por hora en carretera, que delicia. Joder si lo que mata no es la bala sino la velocidad.  La adrenalina explota cuando la aguja pasa los 160 y tienes la certeza de que no te puedes detener, los vehículos se vuelven objetos inanimados, los objetos inanimados desaparecen,  baches piedras, tablas ya son cuestión de suerte, que no te los encuentres en el camino, lo único que importa es anticipar lo que hay en los siguientes doscientos metros claramente, no hay espacio para la duda, para el miedo, para titubear o cambiar de decisión, las decisiones se toman por instinto no hay tiempo para pensarlo ni una ni dos veces.
Doscientos kilómetros por hora en ciudad. Monterrey es una ciudad preciosa, con buenas vialidades, y de noche, con el fresco se disfruta mucho mas, agregado el riesgo de barredoras en el carril de alta, o camiones de limpieza, o vehículos parados sin luces, una reverenda estupidez.
Doscientos kilometros por hora en ciudad sin casco de noche. Nada que decir. Perdí un par de lentes, y créeme quedarse ciego a esa velocidad;  porque prácticamente no se puede ver nada; no es recomendable.

Ha habido muchas veces que me digo a mi mismo, que necesidad de hacer esto o aquello, no se trata de poder, sino de querer, se que puedo, se que la moto puede (sigo sin conocer su límite) pero no quiero , no quiero arriesgarme, y me encuentro que si lo hubiera intentado hubiera tenido problemas, como vehículos estacionados, tapas de alcantarilla abierta, gente entre los coches, autos cambiando de carril sin previo aviso e imprudentemente, me salvaron mis instintos? O verdaderamente hay alguien cuidándome?


La reflexión para la vida aquí es que los límites están en tu mente, depende de ti que tan lejos quieres llegar. La necesidad de adrenalina que impulsa a hacer cosas de las que antes creíste no eras capaz, e límite no lo pone la pareja, los padres, la familia la sociedad, la ley, el gobierno, Dios. el límite lo ponemos nosotros mismos de acuerdo a lo que piensas y sientes en este momento y, tal vez el cincuenta por ciento, son decisiones equivocadas, es cuando entiendes, que los límites, las reglas, las leyes, los mandamientos, tienen un fin.

1 comentario:

  1. La reflexión para la vida aquí es que los límites están en tu mente, depende de ti que tan lejos quieres llegar. La necesidad de adrenalina que impulsa a hacer cosas de las que antes creíste no eras capaz, e límite no lo pone la pareja, los padres, la familia la sociedad, la ley, el gobierno, Dios. el límite lo ponemos nosotros mismos de acuerdo a lo que piensas y sientes en este momento y, tal vez el cincuenta por ciento, son desiciones equivocadas, es cuando entiendes, que los límites, las reglas, las lees, los mandamientos, tienen un fin.

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