domingo, 17 de abril de 2011

Nota 7. El Santo Niño de Atocha, Plateros, Zacatecas

Tercer día de motociclista, salgo sin rumbo a la carretera, !oh liberación! como caballos en estampida, llego al primer pueblo el ilustre Calera de Victor Rosales, a 30 kilómetros y creo que puedo llegar mas lejos, así que me vuelvo a montar y perfilo para el norte, otros treinta kilómetros, Fresnillo, si portara casco tal vez podría protegerme del sol, o, compro un bloqueador solar, ya que estamos aquí, que hay que ver, pues el milagroso y siempre mencionado Niño de Atocha. Mi fe ha sido pobre los últimos años, me he alejado de Dios y Dios se ha alejado de mi, han sido días intensos, y el miedo me ha hecho volver a decir mis oraciones cada que me monto en ese monstro mecánico que ha probado un par de veces ser mas fuerte que yo y mas pesado, para domar a la bestia, al menos necesito fe en mi mismo, cosa que tampoco he tenido en los últimos tiempos, así que venga de Dios porque hace mucho que dije que yo no podía solo con todo esto. Así que el potro de acero y caucho me ha traído hasta acá, los muros repletos de favores recibidos, yo me postro frente al altar y pido muy brevemente por mi salud y mi integridad física, cuídame en el camino, yo prometo portarme bien, cuidar mi salud, re confirmo mi compromiso moral de mantenerme sobrio (obvio si vas a conducir una moto, cualquiera sabe que tomar y manejar una moto es dispararse con una pistola cargada) de dejar de fumar, y cuando dejen de dolerme las articulaciones por las caídas, volver a hacer ejercicio, sin duda creo que solo cosas buenas pueden salir de este acuerdo, claro que prometo no convertirme en kamikaze y abusar de mi suerte, tomando un poco de velocidad se necesitan de 30 metros a 300 para frenar, no se puede perder de vista, muy poca área de contacto para el frenado, no es fácil parar un torpedo. Así que ya esta, salgo por la entrada principal después de escuchar a las señoras cantar el himno del santo niño, evadiendo los peregrinos que entran hincados, paso por el mercado toda una meca comercial alrededor de los milagros, comemos algo con el Yayo, y poniéndome los guantes con soberbia como cada vez, con ese placer que no conocía que se siente cada vez que te montas en la Katana, nuevamente mis oraciones y allá vamos de regreso, otros cien kilómetros que pasan en armonía y paz, a reserva de un dolor crónico que me ha aflorado en la nuca por la posición, sin duda también hay que fortalecer el cuerpo para tales faenas, habrá que ejercitar los trapecios y los hombros. Regreso a casa con la gran satisfacción de un primer viaje.










2 comentarios:

  1. mas recuerdos
    en el regreso me paré a descansar en un oxxo en el llamado Caleras, pasaron tres individuos en una pick up y me echaron miradas territoriales, al salir del pueblo por la única avenida, me los topo de frente y me aventaron la camioneta, obviamente me hice a la orilla, salí del pueblo, evitando cualquier confrontación, pero porque, por que la agresión en ningún momento me pareció haberme portado hostil o porque parezco una amenaza, soy yo o es la moto, temen que me robe a sus hermanas del pueblo? simplemente necesitan competir para demostrar su hombría, es envida? es porblema de ellos o es problema mío, me encantaría entenderlo para no volverlo a hacer, no me interesa que me atropellen con una camioneta andando en la moto.

    ResponderEliminar
  2. Bueno en contraste, otra cosa padre es que entre motociclistas, todos somos amigos, hasta ahora no he encontrado motociclistas hostiles, pero por lo general saludan y saludas y no dudan en ofrecer ayuda, es una gran comunidad y eso es padre, aunque no los conozcas sabes que te puedes apoyar en tus colegas motociclistas!

    ResponderEliminar